HORMONAS Y SINAPSIS: EL LABORATORIO INVISIBLE DE LA ADOLESCENCIA
Por Elena D. Just
El cerebro adolescente se encuentra en plena transformación.
Desde una perspectiva neurocientífica, muchos de los cambios de comportamiento que observamos en los adolescentes están profundamente relacionados con el desarrollo y reorganización del cerebro.
Durante este período, el cerebro experimenta un proceso de poda sináptica, donde se eliminan conexiones neuronales poco utilizadas, al tiempo que se fortalecen las que son más esenciales. Esto ayuda a optimizar el funcionamiento cerebral, pero también genera inestabilidad en el comportamiento. La corteza prefrontal, encargada de funciones como la toma de decisiones, el autocontrol y la planificación, es una de las últimas áreas en madurar, lo que explica por qué los adolescentes pueden mostrar impulsividad o dificultad para prever las consecuencias de sus acciones.
A nivel químico, los cambios en neurotransmisores, como la dopamina, también tienen un impacto significativo. La dopamina está relacionada con la sensación de recompensa y motivación, y durante la adolescencia su actividad se vuelve más intensa, lo que provoca una búsqueda mayor de experiencias gratificantes, a veces sin evaluar adecuadamente los riesgos.
En resumen, los comportamientos adolescentes, aunque a veces desconcertantes, son el resultado de un cerebro en constante evolución. Las emociones intensas, la impulsividad y la búsqueda de nuevas experiencias son, en gran medida, el reflejo de estos cambios biológicos. Comprender este proceso desde la neurociencia nos ayuda a acompañar a los adolescentes con empatía, sabiendo que están atravesando una etapa crucial de crecimiento cerebral y personal.
Acompañarles como cuando eran niños, y hacerles sentir que aunque ya no quieran cogernos de la mano, ésta sigue tendida en modo de apoyo, cariño y comprensión.
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